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El siguiente trabajo es un extracto exclusivo de imágenes, que incluye una bitácora y diario de lo que pudimos vivir del 17 al 20 de diciembre del año 2018 en la zona afluente de pesca artesanal de Manabí, incluyendo sitios clave de dicha práctica. El mismo forma parte de nuestra entrega final de Talleres Comunitarios para la carrera de Diseño Fotográfico en el Instituto Metropolitano de Diseño de Quito.

 

¿Qué es la pesca artesanal?

 

 

Más allá de la contribución nutricional que promueve la pesca artesanal, su lucha se ve centrada en la carga social y económica de su actividad. Desde la perspectiva social a escala global, la pesca ha logrado generar trabajo “para 50 millones de pescadores, e indirectamente para 80 millones de personas en labores de servicios, procesamientos, transporte y comercialización, ilustrando su importancia social, económica, política y cultural.” (Avendaño, P. & Decoster, J., 2007) Ahora bien, la problemática que afecta a la pesca artesanal, se encuentra en el bajo reconocimiento social y productivo que merece, el cual se mantiene privado de muchas de las organizaciones responsables de gestionar políticamente su desarrollo.

 

Existen factores que afectan el desempeño global de la pesca artesanal. Entre éstos; los ejes de privatización, los cuales impiden primordialmente su función como patrimonio de las Naciones y de la Humanidad (Avendaño, P. & Decoster, J., 2007). Otro factor, viene a ser la competencia en el mercado de pesca, la cual yace entre la industria pesquera y artesanal, donde existe una evidente desigualdad de condiciones y recursos que marcan notoriamente su reconocimiento social, productivo y político (Avendaño, P. & Decoster, J., 2007). Con esto en cuenta, el arte milenario de la pesca artesanal es una sociedad que organiza para producir, intercambiar, comercializar y alimentar en comunidad la zona costera (Avendaño, P. & Decoster, J., 2007). Pero para que no exista un retroceso mayor en la actividad pesquera artesanal por causas de la privatización, es necesario una gestión social que logre involucrar y empoderar a los pescadores y su comunidad, para que, con un sistema adecuado de producción y comercio, los usuarios involucrados en el entorno acuático puedan seguir promoviendo su actual acción sustentable de los recursos acuáticos (Avendaño, P. & Decoster, J., 2007).

 

Con el crecimiento poblacional y ganadero, la demanda del procesamiento industrial de la pesca continúa estallando. Alrededor del 30 % de la pesca global ha sido destinada al alimento vacuno, porcino, avícola y cada vez más creciente a las granjas pesqueras (Avendaño, P. & Decoster, J., 2007). Así como crece su demanda, crece la industria pesquera, donde los métodos de pesca son altamente destructivos con el medio ambiente. Y en respuesta a la oferta y demanda global del pescado, hay una brecha donde se logran contar los ajustes que se necesitan para lograr activar un mejor desempeño en las organizaciones de pesca artesanal por el mundo. Permitiendo que la masa visualice su actividad, y así comprenda los beneficios que trae la pesca artesanal a una sociedad emergente.

Sabemos bien que, los pescadores artesanales se encuentran por el momento sobreviviendo la globalización, así como el cambio climático y el crecimiento poblacional. Anteriormente mencionamos los factores de cambio local que necesitan ejercer, para poder cumplir condicionamientos internos que los permita participar en el movimiento comercial de un país. Sin embargo, la junta pesquera artesanal necesita arriesgar mayor tiempo, energía y recursos para así lograr visibilizar su movimiento frente al despilfarro de las pesqueras industriales e internacionales. Esto requiere una alianza del comercio global pesquero, para que el consumo del pescado y los recursos para la pesca lleguen a un punto de equilibrio. Según Avendaño, P. & Decoster, J. (2007), esto comienza por la reducción del consumo masivo de pescado como de los recursos pesqueros, así como considerar al pescado un ser vivo que provee al humano una fuente de alimentación y bienestar. También es necesario destinar la producción pesquera al ser humano y ya no a la alimentación animal. Finalmente, hay que enfocar el comercio de la pesca artesanal como un modelo de sustentabilidad, ya que:

 

[…] las comunidades de pescadores artesanales, guardianes del patrimonio pesquero del mundo, constituyen una frontera humana que, hacia el Siglo XXI, ha de impedir que se privatice la vida y el mar, porque de ellos depende su propia existencia. (Avendaño, P. & Decoster, J., 2007)

Si no ayudamos a elevar la voz del alma de la pesca, nos convertiremos en cómplices de la extinción de una de las tradiciones más antiguas del humano, una que ha forjado la existencia de nuestras comunidades que han sobrevivido por milenios bordeando nuestros continentes. Esto afectaría directa e indirectamente a las generaciones por llegar, ya que los mismos se ven conectados con los guardianes de esta antigua técnica milenaria. Lastimosamente, las garras capitales, han dejado atrás el respeto de este arte y la naturaleza, para colocar una bandera que les permite engatusar a los hijos de los guardianes que ven el arte de la pesca como una técnica en declive. Esto no impide que aquellos guardianes continúen con su lucha cotidiana, arriesgando su vida y la de muchos que los acompañan, para alimentar a las familias de la comunidad incluyendo las suyas. Significa desde ya, desactivar la demanda industrial, y enfocarnos hacia la verdadera sustentabilidad del comercio justo y digno. Hablamos de la dignidad del mar, su poderoso palpitar aquí en la Tierra, y nuestra voluntad como ayudantes de sus guardianes.

             

 

© 2018-2019 Edición, Fotografía, Diseño editorial, Textos, Producción y Postproducción: Juan Antonio Camaniero, Gabriela Yerovi y Darío Bolaños Quito, Ecuador

Edición web: Gabriela Yerovi

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